domingo, 22 de abril de 2012

¡Hola a todos! Llevamos un tiempo con este blog, pero casi nadie lo conoce y los que lo leen son muy pocos. Espero que quienes leáis el blog, os unáis a los seguidores y lo difundáis a la gente que podáis. Estaremos encantados de que comentéis y nos aconsejéis sobre las historias que escribimos. Gracias por todo y que paséis un buen fin de semana :)

viernes, 20 de abril de 2012

Capítulo 3.

Salí de mis ensoñaciones cuando me dí cuenta de que alguien me miraba fijamente desde uno de los callejones que había en la calle por la que estaba pasando en esos momentos. Miré a esa persona y volví a ver esos ojos color escarlata que había visto dos días atrás. 
"¿No puede ser cierto verdad? ¿Es otro de mis sueños raros a que si?"
Pestañeé varias veces y volví a mirar hacia el lugar donde había visto esos ojos escarlata que... ¡ahora no estaban! Si es que ya sabia yo que estaba imaginando cosas. Seguro que todo era por culpa del reencuentro con Germán. 
Seguí caminando hasta el polideportivo Santa Maria para jugar el partido de dobles que había organizado Sara (mi amiga de la infancia).
"Como se le haya olvidado buscar a las parejas..." 
Llegué diez minutos antes de tiempo como siempre. Aun no había nadie en las pistas así que saqué mis cascos y me pongo a escuchar musica.

"¡Pero que...! Esta canción es... ¡No, no pienses en ello!"


Demasiado tarde ya había recordado la primera vez que había escuchado la canción...


---Hace 6 años---
"Era el primer día de universidad y estaba muy nerviosa, tanto que me tropecé a la entrada de mi primera clase del día. Empecé a recoger todas las horas que se me habían caído cuando una mano amiga salió a mi rescate. Miré hacia donde venia la mano y me enamoré a primera vista. Durante toda la tarde de ese día estuve pensando en él. Era tan guapo.... Sería genial poder ser su novia algún día...
Cogí mi ordenador y me puse a escuchar música, media hora después encontré esta canción y la relacioné con mis sentimientos... También me la puse en el móvil"

Y ahora me disponía a borrar esa canción que ya no tenia ningún sentido para mi. 

-¡Eva!- Me llamó la voz de Sara que me sacó de mis recuerdos. 
-¡Sara!- la saludé y luego miré el reloj llegaba cinco minutos tarde como siempre. -¿Y donde están nuestras parejas del dobles? 
-Mira, vienen por allí- señaló hacia la entrada del polideportivo, allí se encontraban el novio de Sara y un amigo de este, seguramente... -¿Que te parece? ¿Te gusta la pareja que te he gustado?
-No lo sabré hasta que no lo vea jugar.-"¿Como si fuera posible juzgarlo solo por su forma de vestir, desde luego Sara tenia cosas..."
-Me refiero a si crees que te gustaría como novio. Es muy guapo y está soltero lo he comprobado. Además es una persona muy confiable. Jorge me lo ha dicho.

Jorge era el novio de Sara.


-¿Y crees que solo por eso me va a gustar? ¿Que por que sea guapo me va a gustar? Pues no, y Sara tu ya tendrías que saber que yo no soy así.
-Vale, vale. No te enfades. ¿Que te parece si después del partido salimos los cuatro y así lo conoces un poco? Quien sabe, puede que después hasta me lo agradezcas...-Me muestra una gran sonrisa de "Yo no he hecho nada malo"
-Sara...-Digo entre dientes. "Ya veras que después del partido ni siquiera vas a bromear mas sobre estas cosas conmigo"
-Eva, este es Daniel. Daniel ella es Eva.-Me ofrece una mano y yo se la agarro.
-Encantada Daniel.
-Encantado, pero puedes llamarme simplemente Dani.
-Vale, bueno... ¿Empezamos a calentar?-Los demas asintieron con la cabeza.

Dani y yo nos pusimos en un lado de la pista, Sara y Jorge en el otro.


-¿Tu sabes jugar?
-Si no supiera crees que habría venido.
-Vale, vale... Entonces vamos a ganarles ¿ok?-Dani asintió con la cabeza y sonrió con una sonrisa muy linda.

  "Me pregunto como será Dani... espero que se quite la gorra después del partido y así pueda     verle la cara..."

Capítulo 3

Miré la hora. Faltaban dos minutos para las nueve. Volví a echarme un último vistazo en el espejo. Últimamente no había comido demasiado y eso se me notaba, mis facciones eran más finas y casi podía seguir las líneas que dibujaban mis costillas. Mi cara estaba pálida y se me veía cansada a pesar de que no hacía mucho que había estado sumergida en un baño de agua caliente. Retiré la vista del espejo y me decidí a salir de la habitación.
Estaba nerviosa y muy emocionada. Me sentía agradecida con Margarita y David. No sabía que esperaban de mi y si les decepcionaría. No sabía como dirigirme hacia ellos: ¿Les decía mamá y papá? ¿O les llamaba por su nombre? No tardé en saberlo... Por el pasillo se podía respirar un dulce aroma que indicaba que la hora de la cena ya había llegado. Seguí caminando hasta el lugar de donde provenía ese olor, hasta llegar a lo que debía ser la cocina. Allí me encontré con Margarita, la cual me saludó y me invitó a pasar con un amable gesto. No me lo pensé, pues sentía que con ella podía tener confianza. Me situé a su lado y por segunda vez volví a escuchar su voz.
Esta vez me preguntó si tenía hambre y yo le respondí que muchiiisima.  Desde que pasó todo no recordaba haber comido bien ni una sola vez. Ella sonrió al oír mi respuesta y me dio a probar un poquito de lo que estaba cocinando. He de decir  que jamás había probado algo así. Me moría de ganas por cenar. Le pregunté si podía ayudarla para que acabara antes. Ella me respondió que sí, con un gesto me indicó donde se encontraban los platos y los cubiertos y me pidió que los sacara. Pacientemente observaba como ella colocaba la cena sobre los platos. Al acabar me sonrió, dándome a entender que ya había llegado la hora de probar bocado. Ella cogió dos platos y yo uno juntos los tenedores y servilletas. Como era verano me explicó que esa noche cenaríamos en el jardín, donde nos esperaba David. Al acercarnos pude dislumbrar su silueta. Sin duda era un hombre alto. Margarita me pidió que corriera la puerta que nos separaba.
-Mi vida, ya tenemos aquí a nuestra pequeña- dijo Margarita.
En ese momento a él se le iluminó la cara. Cogió el plato que sostenía entre mis manos y lo dejó encima de la mesa. Acto seguido me dio un beso en la frente y me abrazó. Al soltarme me invitó a que tomara asiento en una de las sillas que había alrededor de la mesa. Estaba cara a cara frente a mi nuevos padres, lo cual me provocaba una sensación extraña...
Definitivamente David era alto, muy alto. Su piel estaba bronceada. Su pelo era castaño y lo llevaba completamente alborotado. Me recordaba a un personaje de una película que había visto con mi antigua madre, antes de que esta muriese... Esa película de vampiros tan cursi que yo nunca acababa de entender... Crepúsculo, si no recuerdo mal... Sus ojos eran totalmente negros. Estos me miraban con curiosidad. Tenía unos pómulos bien marcados y una sonrisa preciosa.
-Adelante, no seas tímida-me dijo- come todo lo que quieras. Soy David, pero no me llames por mi nombre, me gustaría que me llamarás papá.
Sonreí. Que feliz era en ese momento. Esa cena fue muy agradable. Hablamos de miles de cosas: de lo que nos gustaba, de lo que no, de nuestras vidas, de deporte, de cine... y de música.
Aún sigo agradeciéndoles que me hicieran todos esos regalos y que se portaran tan bien conmigo. Al terminar de cenar recogimos la mesa, y los tres cogidos de la mano nos dirigimos hacia una nueva habitación. Ante mi sorpresa aquella sala estaba llena de instrumentos musicales. Un gran piano de cola se mostraba majestuoso en medio de la estancia. Margarita se sentó en la banqueta que había delante de él y David se apresuró a sacar su preciado violín. Su madera barnizada de color era realmente singular y única. No recuerdo haber visto uno igual que el de él. Con un gesto me indicó que tomara asiento y ellos comenzaron a tocar. Allí me quedé, absorta en su triste melodía. Veía sus cuerpos moverse rítmicamente al compás de su música. Hasta que llegaron al final... No sé cuanto tiempo pudo transcurrir mientras tocaban. No sabría decir que fue lo que aquella noche interpretaron para mí. Solo sé que me dejaron fascinada con el sonido embrujado de aquellos instrumentos. Me miraron complacidos mientras se acercaban a mí.
-Pequeña, ¿Te ha gustado?
Respondí que sí con un movimiento de cabeza acompañado por una sonrisa. Ellos dos se miraron y también sonrieron. Margarita se sentó a mi lado mientras David se disponía a coger un estuche. Al acercarse, Margarita me susurró:
-Seguro que esto también te gusta.
Con delicadeza David abrió el estuche que sostenía en sus manos y sacó de él un violín diferente. Me quedé observándolo unos instantes. Al igual que el de David era un violín precioso. Estaba barnizado con un color beige clarísimo. Me quedé hipnotizada con los detalles que tenía grabados. No sabía que decir... ni que hacer...
-Tenlo entre tus manos pequeña. A partir de hoy es todo tuyo si tú quieres.
No pude rechazarlo. Algo de él me llamaba, algo de él me atraía...
Ese verano fue uno de los mejores de mi vida. Recuerdo el sonido del chelo mientras jugaba en el jardín... el sabor del pan con chocolate de la merienda... el olor a rosas que inundaba toda la casa... También cuando padre me enseñaba a hacer reír y llorar a mi violín... ¡Esos días eran maravillosos! Sin embargo ahora el tiempo se ha ido, ya es demasiado tarde. Dejé escapar lo que ahora me hace estar triste. Me arrepiento, siento que me muero. Ya nada vale la pena... por mucho que lo intente ya no puedo retroceder hacia atrás...

domingo, 8 de abril de 2012

El cazador

El cazador acechaba desde la oscuridad a su presa.
Hacía tiempo que la busca, pero hasta ese momento no había dado con ella. Por fin había encontrado a la mujer que le había destruido la vida hacía un año.
El cazador miraba hacia la ventana con luz, la única que había en la habitación. Esperó hasta que la luz desapareció, minutos después estaba entrando en la casa sin hacer el menor ruido. En ese momento escuchó un llanto procedente de la habitación que momentos antes estaba iluminada, y se dirigió hacia esta.
Abrió la puerta con mucho cuidado y se dio cuenta de que en esta había una cama de matrimonio y al lado una cuna.
La mujer que le había arruinado la vida no estaba en ella asi que se decidió a entrar. En cuanto lo hizo se dio cuenta de que la mujer a la que había odiado durante tantos años se encontraba en el suelo, muerta. Al lado del cadáver había un frasquito. El cazador se agachó y descubrió que el frasco aun contenía una sustancia. Era cianuro.
El cazador se acercó a la cuna y sintió pena por la pobre criatura que se encontraba en ella llorando. Era un bebe, que tendría poco mas de un año.
No, no podría ser su hijo ¿Verdad?
Esa mujer nunca le había dicho nada sobre él así que el cazador meditó sobre esta duda durante un buen rato. Después de pensarlo mucho decidió buscar alguna evidencia de que era su hijo, y al acercarse a una de las cómodas vio una nota en la que ponía: 
"Si, esta es nuestra hija Miranda, David. Te he visto desde la ventana y ahora te encargo el cuidado de nuestra hija. Pero antes de pensar en dejarla por favor piensa en ella como únicamente tu hija, porque se que yo te hice mucho daño en el pasado. 
                                                     Atentamente Susan."

Así que en realidad esta era nuestra hija... Miranda 
La miré a los ojos pensando en que debería hacer y decidí que la cuidaría, y la protegería como había intentado con Susan.